24.5.06

Tal vez

No se porque hago esto, me repito una y otra vez, supongo que es rutina. Pero debo dejar de pensar. No tardará en contestar alguna voz anónima

- Buenas tardes señorita.
- Buenas tardes. -Contesta una voz algo familiar-.
- ¿Tiene algo de tiempo para dedicarme?
- Supongo.
- Entonces le contaré mi historia

Un suspiro desganado y atormentado me invita a continuar.

- Subí a ese bus y nunca la volví a ver. En realidad nunca la conocí, pero de haberme quedado 5 minutos más en esa parada de buses, probablemente hoy estaría felizmente divorciado. No se de quién hablo, ya lo dije, nunca la conocí, pero sé que era hermosa. Hermosa… ¿Cómo? Hermosa como todo, talvez era asiática, inclusive pudo haber sido una vendedora ambulante, pero de que era hermosa no cabe duda. Seguramente se llamaba Jessica, no lo se, pero me hubiera gustado algún nombre con “J”, así podría hablarle mas fácilmente. Le diría: “Buenos días Jess, ¿con que te soñaste ayer?”

Y como todas las demás mujeres en mi vida me digeriría sin masticarme y me colgaría por intruso e inoportuno. Pero en mi historia no puedo permitir esas imperfecciones, ya que el único error admisible fue tomar el bus 5 minutos antes que mi destino.

¿En que iba? Ah, si: era hermosa. Había belleza en cada una de sus imperfecciones, todo era perfecto. Tenía un exquisito mal carácter, un irresistible deseo de tener todo bajo control, puede ser que inclusive haya tenido 2 hijos. No, mejor no, en esos tiempos yo era demasiado joven como para querer andar con mujeres mayores. Entonces simplemente diré que era hermosa.

Probablemente yo le habría gustado, se hubiese acercado a hablarme con una excusa ocurrente: “¿Qué hora tienes?” me hubiese preguntado.

A pesar de no tener reloj, yo habría buscado ávidamente alguno, y después de una breve mirada desconcertada hacia el reloj digital del niño al lado mío, le habría dicho: “Son las 9:15, ¿Cómo te llamas?”

Mierda, siempre tengo que ser tan torpe… ¿no pude haberle dado una respuesta más estética? Como: “Lindos aretes eh…” Pero así no soy yo. Además de torpe soy inoportuno. Soy inoportuno hasta con el tiempo; ¿no pude esperar el siguiente bus? Claro que no, nunca


pienso bien lo que hago. Y como el gran inoportuno que soy, tuve que tomar el bus a las 9:10…

Pero sigamos: de no haber sido así, si hubiese tomado el bus a las 9:15, ella me hubiese respondido con una risita en tono de burla, y me hubiera dicho: “Me llamo Jessica”. Y como todas las demás, no se hubiera molestado ni en preguntarme mí nombre. No me iba a importar, de todos modos, iba a tomar el bus que ella tomase sin importar el que fuese, y le iba a charlar todo el camino. Ahí hubiera descubierto una áspera voz que no quiere regalar información sin recibir anécdotas a cambio y ese mal carácter que tanto me hubiese movido el piso. Hubiese descubierto aquella áspera voz que aún hoy seguiría en mi cabeza, la misma que seguramente años más tarde me diría “Sí, acepto”. Aquella misma voz que otros años más tarde me pediría el divorcio. Claro, porque soy un don nadie, pero al menos con ella todo hubiese sido perfecto. Al menos ella no se hubiese casado conmigo por miedo a quedarse sola. Eso hubiese ocurrido cuando en realidad lo tenía todo. Hasta tenía futuro. Ah… Jessica. Pero claro, tuve que tomar el bus a las 9:10.

Bien, ahora te contaré de una mujer que existe, la que en realidad se casó conmigo. ¿Sigues ahí?
Y al otro lado del teléfono me responde una voz aun familiar, áspera y tristona:

- Sí, supongo…
- Bueno, se llamaba…

Pero esa voz áspera y tristona la escuché en algún sueño. No suelo hacerlo en estas conversaciones estrictamente anónimas, pero esta vez le pregunto, interrumpiendo

mi propia voz:

- Perdón, ¿Cómo te llamas?
- Jessica
Responde de mal humor mi amiga telefónica, alguna vez anónima. Que lástima. Esto no debería pasar, los sueños no deben mezclarse con la realidad. Entonces le digo de mal humor:

- Perdón señorita, me equivoqué de número.

Y cuelgo. Intentemos con el numero siguiente: 2442248…

Espero que la que atienda no desafíe mi historia casi perfecta y llena de imperfecciones, porque la vida no es así. Los hombres creemos que la vida empieza con un orgasmo. Lo que no sabemos es que de ahí en adelante todo va en picada. Es una lástima que nunca conocí a Jessica. Lástima que viví mi vida. Lástima que a otro le tocará vivir la historia que siempre cuento. Lástima que en el bus de las 9:10, cinco minutos antes de mi destino, tuve que conocer a Mariana. Lástima que todo haya acabado tan mal con ella. Lástima que el juez ya no me deje ver ni a mi hijo. Lástima que sea ella la que contesta el teléfono.


- Buenas tardes señorita
- ¿Cómo conseguiste este número? Sabes que no puedes acercarte ni llamar
a esta casa. Y ni se te ocurra acercarte a nuestro hijo…

Cuelgo, no vale la pena mezclar el pasado con la frustración.

Mañana iré a esa misma parada de buses, y como cada día desde hace 3 años, esperaré 5 minutos después de que pase el bus de las 9:10. Y si tengo suerte…mucha suerte, mañana conoceré a Jessica. No sé si a Jessica, pero su vida estará llena de mi ausencia, y le diré:

- Buenos días Jess, ¿con que soñaste ayer?

Y no será por teléfono, así que no me podrá colgar, ni yo a ella, y luego le podré decir que toda mi vida he soñado con ella. Aunque no se llame Jessica, aunque no sea hermosa.

Lorene Congrains


Te Odio


Odio cuando me miras, no por tus ojos, sino por tu pensamiento perdido.
Odio cuando hablas, no por tu voz, sino porque dices cosas que te duelen.
Odio cuando te ríes, porque intentas ocultar lo que sientes.
Odio cuando sonríes, tus ojos y tus labios piensan diferente.
Odio cuando dices te quiero, porque si lo dices es verdadero, y nunca te lo dijiste.
Odio a tus mil amores, todos ellos platónicos, empezando por ti.
Odio cuando te miras en un espejo, no podrías mirar sin después llorar.
Odio ver tu sangre, no por miedo, sino porque sé que es tu condena.
Odio la burbuja donde vives, que me permite ver tu alma.
Odio cuando lloras, porque tu llanto jamás es falso.
Odio cuando amas, porque no importa que no te amen.
Odio cuando odias, si odias es que alguien te ha dañado.
Odio cuando piensas en el amor, porque no crees en él.
Odio cada centímetro de tu cuerpo.
Pero lo que más odio es que tú y yo somos la misma persona.

Lorene Congrains

1 comentario:

Degenhard dijo...

Sabes decir cuanto quieres, eres sensible y mordaz, tus letras me hacen rodar entre líneas, podría leer sin parar, siempre fue así o por lo menos desde que te leí por primera vez, extraño tu locura virginal que exaspera mi cordura, como recuerdos de la mía, casi pensé que estaría dentro de la tuya, siempre te recuerdo cada vez que visito tu aparta estudio, las pocas líneas que dejaste en pedazos de hojas sin principio ni fin, algo intimo con encajes, algo sucio y limpio. Lo que allí vivió ahora ausente, lejos muy lejos, y aun te veo.