23.11.10

Soy afín


por Paífae koitofema
dibujo: Erika Khun


Soy afín a los lunares, a las cicatrices que nunca dejan de crec(s)er, a las caras feas, a las jetas. Soy afin a los lesbianos, a los anosexuales, a los bisexuales, aunque no tengo sexo. Soy como un ente, una mascota de un no-amo, un gato que maúlla con la cola pelada, desnutrido. Gato que mama de la no-teta, que quiere porque tiene la cara triste, que tiene la cara de miedo y es acosado. Gato que maúlla soy. Al que le gusta ser revolcado entre los dientes de una perra arcana, lo mismo que un animal sin sexo por lo viejo. Así soy. Afín a las distancias, a las separaciones, a las indefiniciones, a las paranoias a toda edad y en cualquier momento del día-noche, compuesto de tiempo que sucede en el estado favorito de duermevela, pero siempre esperando despertar.

Soy la palabra seca, la hoja de árbol empolvada, aunque ello no le reste importancia a la hoja pisada que será. Soy, a pesar del tiempo que ha pasado, la mujer engañada, la niña abandonada, las distancias nunca superadas, las hojas de los libros que pesan por las letras, como de acero, que se cierran a mis ojos, antes que mis ojos se cierren a ellas. He sido la expulsada de las posibilidades, por linda, por bruta, aunque posea algo que me salve, que en apariencia me constituya como un ser seguro. Soy indefensa como una libélula, que se come a sí misma, que se acuesta en la cama con otra mujer y que no encuentra sentido cuando piensa qué está haciendo. Soy la fragilidad de mi cola lamida, embutida, violada, abortada en sucesión. Soy tu cama angosta y dura, tu aguayo en el suelo, la tierra que contiene hacia lo profundo. Soy el cúmulo de tus abrigos, aunque siempre pele mis huesos por el frío, aunque no deje de quejarme de esta soledad. Soy la suerte que tengo y la desgracia que me cobra, soy el mito griego que me permite dudar de la felicidad. Algo malo tenía que pasar. No venimos para ser felices, gato, siamesa. Bruta que me miras a la cara bruta. Prefiero eso a la cara babosa y barbuda del ser no sincero que quiere comerme sin ser de mi especie, el perro que no quiere morder porque se le cayeron los dientes de viejo, de pobre, de bruto. Le faltó para ser bruta, le faltó a él un corazón, es pura mecánica, automatismo de la máquina que aún se para y por eso se imagina capaz. Más frágil él, que me hace la maldita que lo aplana, que lo hace dejar de desear la vida, que de aburrida, aparte de mí, un ser joven y triste, no encontrará en qué inspirar.

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